viernes, 29 de octubre de 2010

LO QUE TENEMOS CONTRA LIMA


'Qué extraña dinámica de ciudad tenemos', pensé esta mañana. La verdad que no recuerdo qué desató tan aburrido comentario, y en viernes, pero lo cierto es que en un segundo me pasé la película de todos los días: la queremos, la odiamos, la adulamos, la destruimos. Tenemos una relación conflictiva con ella.

Algo tiene que ver, sospecho, con que nos hayamos tomado 24 días para saber quién será la Alcaldesa. ¡24 días!

También tiene que ver con la contradicción manifiesta de cada día. Con frecuencia gente de clase media para arriba se queja de "la mala educación de esta gente".

Pero ayer que justo paré un taxi, no podía escuchar la tarifa del chofer por el escándalo que me armó con el claxon el auto de atrás.

Al levantar la mirada qué vi: una señora elegante, en su 4x4, diciendo con su actitud: 'mi tiempo es más importante que el tuyo, muévete'.

O el hecho de ver una guía gay de Lima que acaban de publicar. Bien! pensé. Estos días de globalización, la modernidad de una ciudad parece medirse por cuán abierta y viva es su cultura gay. Pero, claro, toda sensación de modernidad desaparece cuando ves el contenido.

El personaje central: un hombre europeo. Los hombres de adentro: todos blancos. El comic gay: un pata rubio. Y de pronto toda la modernidad se fue al traste.

Al igual que las páginas sociales de los diarios y revistas, donde hay alguien cuyo trabajo es 'filtrar' los rostros "para que tengan homogeneidad", me dijo un día una persona que hace esto para una de esas publicaciones.

Qué hay de malo con nuestras caras.

Y entonces, mientras tomo el primer café del día vuelvo a pensar, Lima no se acepta. Sin ánimo de ofender (porque vaya que nos ofendemos por todo), pero acá nadie quiere ser cholo.

"Ahora somos más gente", me dijo hace poco la psicoanalista Mati Caplansky, "pero el racismo no ha desaparecido. Se dice menos en presencia de otros, pero existe más fuerte", me aseguró.

Hace sólo un par de años asistí a la ceremonia ancestral que se hacía alrededor de la piedra de Taulichusco, en la Plaza Mayor un 18 de enero, que terminó en una trifulca por la intimidación de la policía. No me lo contó nadie. Estuve ahí.

Y ese desencuentro con nuestras raíces genera estupidez. No saber quiénes somos ni de donde venimos genera una mala relación con la ciudad.

Un desgano de las autoridades para decirnos a los limeños: señores, blancos, cholos, negros o indios, todos tenemos un origen común, real o simbólico, que define la historia, la evolución y el crecimiento de esta ciudad por miles de años.

Cuatro mil, en realidad. Si empezamos a contar de los vestigios arquitectónicos más antiguos.

Que muchos migrantes no se sientan limeños no es natural. Es un fracaso de la ciudad a incorporar la tremenda energía que traen para salir adelante. Y esa es una de las funciones de una ciudad que se ve a sí misma como un foco de atracción. Aceptar, incorporar y crecer.

Pero Lima, a pesar de sus buenos cambios de los últimos años, sigue sin tener su cuento claro. Oficialmente sigue siendo 1535, pero en realidad es como vivir dentro de una persona con personalidad dividida.

Quizás a la próxima alcaldesa, más que ser gerenta, le toque ser psicoanalista y lleve a Lima al diván. Qué cosas contaría...

sábado, 2 de octubre de 2010

LIMA LA BELLA, SIN DISFRACES

Queremos ser optimistas y pensar que esta ciudad milenaria está a punto de entrar a una etapa de madurez y de gran proyección. Los limeños, es mi impresión, estamos listos para dar el salto. Sólo hace falta autoridades con la sensibilidad necesaria para ver nuestra ciudad más allá de sus problemas. Que sepan potenciar y canalizar esa tremenda energía, nuestra energía y nuestra creatividad, hacia un proyecto que la mayoría podamos identificar como propio.

Augusto Ortiz de Zevallos es sin duda uno de los más significativos arquitectos y urbanistas vinculados al desarrollo de Lima. Él se ha integrado al equipo de técnicos de Susana Villarán, pero quisimos hacer esta entrevisa al margen de la política, porque las buenas ideas deberían trascender las fronteras partidarias.

1. Dejemos de lado por un momento temas básicos como transporte y seguridad, que de una u otra forma tendrán que ser resueltos por quien llegue a la Alcaldía, junto con los Ministerios que tienen esa responsabilidad. ¿Qué necesita Lima?

Cohesionarla es un reto, porque es una ciudad de dicotomías: ciudad-cono, ciudad-barriada, etc. Lo que se ha ido fabricando aquí es poco cohesivo. La idea de lo público, lo compartido, se ha perdido. Se vive a la defensiva. En fragmentos.

Hoy, sin embargo, siento que hay una expectativa, una necesidad de reinventar Lima, con conciencia de su historia. Re-significarla para que su diversidad tenga algo compartido.

2. ¿Por qué importa la cohesión?

Para que la palabra “ciudadanía” tenga sentido. Si no, para qué es una ciudad. Se convierte entonces en un lugar de uso pero no de vida. Más de obligación que de expectativa. Una ciudad así es desarticulada, amorfa, sin sentido de pertenencia.

3. En los años 90, ciudades alrededor del mundo empezaron a reinventarse. Tenemos casos emblemáticos como Bilbao o Bogotá. En muchos casos, el eje central es la cultura y la arquitectura. ¿Por qué?

Europa ha liderado este proceso, de competir por turismo y ser sede de inversiones. Todo un reto ser parte del mapa de lugares “recorribles”. La ciudad de Lille, en Francia, por ejemplo, que está en la ruta del tren de Inglaterra, se enganchó a esa cultura de trenes y pasó de ser la ciudad número 30 a la número 4.

Santiago de Chile apuntó a ser sede de espacios de inversión, pero con gran infraestructura. Y en Lima hemos perdido significado. Buenos Aires, por ejemplo, le saca el jugo a barrios que son menos bonitos que Breña, y ya quisieran tener la arquitectura que tenemos en barrios donde nadie va.

4. ¿Qué se necesita para reinventar Lima?

Se necesita primero respetar el territorio y aprovecharlo. En Lima tenemos el litoral, pero los autobuses de turismo ni bajan. Y la relación con el río también es fundamental. Pero nosotros negamos el territorio. Cuando el territorio da identidad.

Reencontrarse con la identidad es valiosísimo. Es un espacio de encuentro y Lima se lo dejó quitar: el Centro Histórico se volvió periférico, el río un basurero, el litoral una pista. Entonces, ese reencuentro debe ocurrir.

5. ¿Una medida para avanzar en ese camino?

Hay que llevar “la movida” al centro: que se vuelva un lugar de eventos, de gastronomía, de diversión. Esto debe reaparecer porque ni Barranco ni Miraflores pueden hacer nada parecido a lo que fue el Centro.

6. Pero Lima no tiene su cuento claro: el viajero llega y la información oficial le dice que empezó en 1535. Luego visita la ciudad y ve Pucllana o Huallamarca y se pregunta ¿cómo? ¿de dónde? Como que no encaja en su idea de ciudad que se va haciendo…

Es muy cierto. Esa hispanidad que niega el pasado es la idea de Lima. Según Luis Alberto Sánchez, “Lima se funda para escaparse” (cerca al mar y no en los Andes), y después añade, “pero de Lima no se escapa nadie”.

Durante mucho tiempo Lima se vio como una España desterrada. Hay información que dice que se hicieron más balcones en la época neocolonial (en los años 40) que durante el Virreinato. El mismo cuento de las casas nos dice: “no soy limeño” y el prestigio social está dado por marcar las diferencias, ser exclusivo o, lo peor de todo, parecerse a Miami.

7. La ciudad mestiza que no se acepta…

En realidad tenemos muy mal asumido el mestizaje, y ese reencuentro debe producirse. Físicamente también. Por eso las huacas deben ser lugares vivos, que la gente las recorra.

Muy grave no tener el cuento claro, porque produce ansias de encontrar otras cosas. El menosprecio por lo que se tiene, el menosprecio racista, la nostalgia de una Lima anterior, de ese mundo español.

8. ¿Usted cree que los limeños estemos listos para reconciliarnos con el pasado? ¿para dejar atrás esa identidad escindida, dividida?

Yo creo que mayoritariamente sí. Todavía existen muchos que no quieren que eso suceda, pero el elemento vital creativo, nuevo, ya lo está haciendo. También existe ese mundo de prestigios oxidados, que se sienten amenazados, y esto resulta en un ninguneo de lo nuevo.

9. La propuesta de Lima Milenaria va más allá de la arqueología o la arquitectura para buscar una narrativa integrada para Lima, que sea oficial, que aproveche la evidencia de esos estudios de los últimos 25 años. ¿Qué piensa de esto?

La lectura de ciudad es totalmente posible de ser construida, pero se necesita una estrategia. La tendencia actual es a no tener un hilo conductor en esa narrativa de la ciudad.

Cómo será de absurdo todo esto que Larcomar es el segundo lugar más visitado del Perú, ¡después de Machu Picchu!

Esto es producto de la actitud que “en Lima no hay mucho que ver”. En ausencia de nada en el Centro Histórico, la gente se va a pasar la noche en Larcomar y de ahí se van al aeropuerto. Esa es su experiencia de Lima. Pero resulta que Larcomar es un lugar donde no pasó nada. Es un lugar sin historia.

10. Una crítica que se le ha hecho a LM es que no se puede hablar de un desarrollo urbano continuo de 2000 años porque, con la llegada de los españoles, todo fue destruido.

No es así. Ninguna conquista se ha realizado sin guerras, y todo en la historia ocurrió con una dominación sobre lo anterior. La historia es la suma de todo eso. El tema es no esconderlo, vivir con culpabilidades.

Además en otras ciudades, las partes significativas son señaladas. La ciudad me dice dónde pasaron las cosas. La ciudad a cada momento nos recuerda lo que es. Dónde ocurrió esta historia. Se necesita intervenir inteligentemente.

11. ¿Cuál es el riesgo de no hacer nada?

La ciudad funciona a pesar de las autoridades y cada gueto encuentra una estrategia de sobrevivencia. Si no hacemos nada, las contradicciones se agudizarán. Habrá mayor exclusión, mayor separación y durará lo que pueda, pero de manera paralela aumentará la violencia, porque una ciudad que no fluye se vuelve más violenta.

12. ¿Qué piensa de LM?

Yo la respaldo. Me parece importante porque elucida un ser. Un asumir eso que es. Cualquier psicoanalista puede explicar que sólo en aceptarse uno completamente se llega a la adultez y la coherencia.

Si jugamos a lo que no somos, entonces es sólo un baile de disfraces. Hay que construirlo, en la ciudad física y en la ciudad de las personas.

13. Además vivimos rodeados de la evidencia del pasado

Hay lugares en el mundo donde falta historia. Nosotros la tenemos, pero nos pesa. La cultura de hoy es fusión, mestizaje, globalización. Es un mundo sumas, de sobreposiciones. Pero debe emerger de un primer acto: de saber quiénes somos.

Es indispensable preguntarme quién soy para ser creativo, para producir, para proponer.
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Pero nada está al margen de la política. Así que después de este domingo, estaremos buscando respuestas oficiales. Ahora sólo nos toca desear ¡que gane Lima, y que ganemos los limeños!


Foto: AOZ junto a su proyecto para la Costa Verde